Pues para El Principito sí que importaba. Aquella vanidosa flor que presumía de haber nacido al tiempo que el sol salía y que no paraba de pedir y pedir (que si un biombo, que si una campana de cristal) fue una de las causas por las que nuestro Príncipe decidió regresar a su planeta, al asteroide B612. ¡Pensad cuántas cosas hay en el mundo, en vuestro mundo, que puedan parecer insignificantes para los demás y que para vosotros son algo grandioso! Una simple carta que guardáis muy secreta, un pequeño juguete, una pulsera, un recuerdo cualquiera... ¡Hasta mañana!
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